La amistad y el extrañamiento que genera darle razón a otro

Es como discutir con una realidad virtual; nunca he visto físicamente a Esteban Mora y no me agrada mucho la manera en que presenta su trabajo. Entonces ¿por qué darle razón a alguien que dice hacer aquello que justamente no quiere hacer o presenciar (No hago arte pero... si. Pero no me gusta, por eso le pongo un nombre raro)? ¿Acaso me ubico en la misma posición? No, sería muy falso de mi parte. Esto es más hueco: hacer arte y ya. Una mercancía autoconsciente sin tanto enredijo retórico y conceptual; mi situación es diferente a la de Esteban y, sin embargo, estamos de acuerdo en muchas cosas. Decir que I wanna be artista de mal gusto poser ni siquiera es un mal chiste, menos una ironía, sino el cinismo inherente al ejercicio del arte actual. Un primitivismo desgarrador y aterrorizante, pero bien jugoso, que espanta las risas y los cantos de algunos estúpidos y estúpidas. Pero sin confundirse, no toda risa es estúpida, existe aquella que no sucede por boba alegría, sino por asco. Esa sí que es divertida: un delicioso espasmo que nos encuentra con lo otro. Por eso Esteban Mora tiene razón al representarse presuntuosamente.

Escojan su avatar y sigamos con el espectáculo. Nadie puede escapar de las relaciones públicas, eso también es cierto, incluso intentarlo es ya una manera de relacionarse, algo así como hacer arte no haciéndolo. Modelar es inevitable, pero hacerlo conscientemente es lo que hace preferible criticar (o comentar) el trabajo de Mora que el de Pablo Cianca. A él realmente le gusta armar karaokes, a Esteban no, pero escuchen sus playlists en Spotify*. De hecho, me parece que el no/error de Esteban Mora consiste en suponer que el texto Hacer que se hace: relaciones públicas en la B de vitrina se trata específicamente sobre él, cuando su no/arte no/sería algo así como el reflejo apenas no/perceptible en la superficie de la vitrina. Lo que se exhibe es otra cosa y Esteban no/lo sabe; estas interlocuciones públicas son el reflejo de una problemática estructural en la que todes participamos, consciente o incoscientemente. La cuestión es que mi crítica si ha ido en contra de eso que he tenido frente a mis narices toda la vida, ahí Esteban se equivoca -mi situación es diferente a la de él-, pero, justamente por ello, es que mi crítica se puede leer como un ataque a artistas y sectores menores y no como uno dirigido a la ''industria cultural real'' que, según Mora, nos victimiza.

Esteban no deja de tener razón, lo cierto es que mi crítica va dirigida contra lo que yo represento -como uno más- y no voy a dejar de representar, sin heterodoxias heterodoxas ni tretas retóricas: soy la mercancía predilecta. No hay escapatoria en esta vida, y la salida es como no hacer arte haciéndolo. Cualquier acción es un servicio a la venta. De hecho, para subirle el precio a mis obras he decidido colocarles una etiqueta que dice ´´producto nacional hecho a mano´´, pero ya me ha sucedido que lxs galeristas me devuelven una que dice ´´vendido presencialmente en territorio nacional´´ y me suben el porcentaje de sus ganancias del 40 al 75%. Entonces he pasado a cobrarle una cuota a mis colegas por visitar sus exposiciones y otra por compartir una cerveza en el Acapulco, entregándoles una etiqueta que dice ´´servicios de acompañamiento´´. -Si vamos a la Vasconia la cuota sube, puesto que implica cantar y aplaudir. Eso sin considerar las publicaciones en redes sociales-. Economía de la amistad que llaman: hoy por mi, mañana por ti. Lamento que así sea, pero así ha funcionado. Afortunadamente mi apellido y mi sentido del humor irónico suben el valor de mis acciones en el mercado de las amistades. Por eso es que nunca fuí elegido para participar en el Karaoke de Despacio, porque ni Federico Herrero tiene los recursos económicos para financiar mi tiempo. Pero si me caes bien y relacionarme con tigo me sube el rating, fijo te hago descuento 😉.

Thanksgiving, 2003. John Currin.


Post scriptum


Mentira, no me odien. Perdón por tanto, es una broma (exageración irónica de la realidad). Entiendo que Esteban diga que mi crítica es reaccionaria y conservadora, puede ser cierto, pero cuando se pregunta y responde el por qué, se queda corto**: 

''...los sectores empresariales prefieren que sea Teletica y Repretel quienes dicten la cultura del país, así como los cines o las radioemisoras que pasan material casi exclusivamente extranjero, a permitir la construcción de un mercado donde tengan que disputar el poder con otras facciones de la sociedad. Las televisoras y radioemisoras no venden material televisivo y radiofónico en el modo en que una empresa vende mercancías, sino que venden sus respectivas audiencias a la pauta publicitaria. De ahí que así como no existe un mercado interno que produzca mercancías para su propio consumo, lo mismo suceda en el ámbito artístico.'' 

¿No es eso lo que se deduce de un texto anterior y que acabo de puntualizar? Es decir, claro que en Costa Rica no hay un mercado masivo del arte -ni en sueños-, y tampoco una crítica consistente. Que la cultura que representamos está dominada por grandes medios de comunicación y por la penetración cultural extranjera, que en nada les interesa el desarrollo socioeconómico del arte y la cultura, ni mucho menos la libre competencia. Y claro que tampoco existe una infraestructura estatal o privada, ni políticas públicas decentes, que nos protejan de este sometimiento y vasallaje cultural. Así, en este contexto tan deprimente, revoloteamos como moscas ansiosas de reconocimiento dentro de un mini-circuito del arte, al que le hacemos todos los reclamos y del que esperamos todas las salvaciones (mamá TEOR/éTica, papá MADC y le tíe CCE). Es comprensible, de lo contrario, sin publicitarnos amistosamente, desaparecemos entre habitaciones, aulas, oficinas y otros espacios sin estar propiamente agremiadxs. Mas asumir la lógica del proceso creativo como una suerte de festividad banal que no produce, es una fantasía jiji; que bien podría fortalecer los lazos afectivos, pero anti-hegemónica no es, llegando incluso a sentirse complaciente. Puede que todo esto no sea nuestra culpa, pero sí nuestra responsabilidad; no ocultemos la angustia. Ya nos reconocemos como sector (insuficiente) de la sociedad, propongo entonces una estrategia: interrumpir la mentalidad chiquitica que nos caracteriza, extrañarse y posproducir la realidad que nos falta. Estamos en el paso uno.

 

 

*Mae le falta una de Sandro.

**Tal vez sea preferible haber escrito que Esteban ''dice poco'' en el texto citado. Su producción teórica es abundante y así se evitan malos entendidos.

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